El proyecto fotográfico Industrialismo de José Luis Hernández representa un viaje a la inversa, el que realiza el artista en la búsqueda de la experiencia estética inusual convirtiendo algo cotidiano y trivial en un objeto de admiración y asombro, pasando de la abstracción y la geometría del color hacia lo figurativo de la arquitectura industrial. El diseño expositivo invita al espectador a emprender su propia travesía de reconocimiento de un mensaje en evolución. Al comenzar el recorrido nos encontramos con la obra de carácter abstracto que juega con la pureza de líneas, geometría y colores exuberantes. Seguimos con el recorrido topándonos con las formas tridimensionales que se presentan como vestigios de una realidad aún por revelar, pero casi palpable. Y, finamente, el espectador es guiado hasta el encuentro con los fragmentos de la arquitectura industrial que todo este tiempo conformaba el objeto de su deleite. Estas edificaciones, que forman parte de nuestro paisaje y cuya existencia frecuentemente se prefiere ignorar, se convierten en protagonistas de un discurso sobre la belleza de lo cotidiano.
El artista va más allá de la mera intención de registrar los objetos de su interés. Su mirada los fragmenta, los desintegra en formas y colores para desentrañar su estética particular. No siempre somos capaces de reconocer aquello que vemos diariamente, pero esta perspectiva inusual nos ayuda a hacerlo, produciendo lo que Saito (2007) denomina “desfamiliarización”. Se trata de una manera original del artista de provocar un encuentro con la realidad de lo cotidiano a través de un juego de abstracción, donde lo real y lo abstracto se entrecruzan generando un discurso sobre los intersticios entre la percepción y la ensoñación.
Autora del texto: Anna Borisova Fedotova (comisaria de la exposición)